viernes, 5 de agosto de 2011

PROMETEO SUBE AL URBIÓN EN BICI, O CASI

  Con el verano vuelven las rutas que realizamos varios compañeros del trabajo con las bicis de montaña. Esta vez Pepe Lebrero, el electrónico, había programado una ruta por la falda Sur de la Sierra de Urbión que incluía subir al Pico Urbión de 2.228 metros de altitud. Se curró mucho la documentación y nos entregó a cada asistente un montón de hojas con detalles de la ruta y planos parciales que iban describiendo los diferentes tramos que habríamos de recorrer. Yo por mi cuenta verifiqué con ortofotos dichos tramos para prever los paisajes que visitaríamos.

  Días antes me preguntaron si tenía intención de asistir y la verdad es que no estaba muy convencido ya que llevaba un mes totalmente inactivo por la lesión de tobillo que me traje de Lituania, pero bueno, que si la ascensión es sencilla, que si no es para tanto, que cómo te vas a perder la comida final en Playa Pita, que si vente ¡joder!. Entre eso y que tenía ganas de salir y probarme a ver lo que daba de si el tobillo, etc, pues me animé. También quería conocer las vías de ascensión al Urbión por la parte Sur, ya que siempre he subido a pie por la parte Oeste de la Laguna Negra de Vinuesa.

  Llega el día y la mañana aparece soleada y sin viento. El punto de partida es Playa Pita; desde allí nos dirigimos por carretera hacia Molinos de Duero. Entre Molinos y Salduero tomamos una pista de tierra y comenzamos una ascensión de más de 20 km. sin casi descanso. Las primeras rampas tienen un porcentaje bastante duro pero el firme y la anchura de la pista permiten subir con cierta comodidad. Pasamos por los términos de: La Tejera, Los Colmenares, Fuente Ventura, Cuerda del Picozo, Meadero de los Lobos, Fuente del Marqués, Peñas los Aros, Cuerdas Largas, La Latada del Burro, Cuerda el Espino, Raso de Cubillos, etc. Una paradita de reagrupamiento no lejos de una torre de vigilancia forestal, a partir de aquí tomamos un camino por la zona de Los Tolmos que nos lleva hasta la Fuente de los Tres Picos, donde se ha erigido un altar y la imagen de una Virgen. Al poco llegamos al refugio Boca del Prado donde mana una fuente con dos generosos caños que dan un agua fresquísima que calma nuestra sed. Yo aprovecho para tomar medio sobre de gel energético.

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  A partir de aquí ascendemos por una pista asfaltada, si bien el firme no está en muy buen estado. Más tarde el asfalto desaparece pero la pista sigue siendo ancha. Nos reagrupamos de nuevo en el cruce que lleva al refugio de Las Tres Fuentes. En breve llegamos a una zona en la que aparcan varios coches de excursionistas, en el entorno se encuentran la Choza de Muchachón y la Fuente de las Hilanderas. Tras pasar la zona de parking la pista se complica y el firme se compone de piedras y arena, esto unido a la fuerte pendiente dificultan mayúsculamente la marcha y resulta difícil mantener la estabilidad sobre la “burra”. Yo me voy al suelo casi parado por no conseguir que la rueda delantera supere una piedra. La bici resulta más dañada que yo pero sin consecuencias fatales.

  Paramos en el cruce de la pista que conduce a la Laguna Helada, junto a Mojón Alto; a esta altitud, cercana a los 2.000 metros, el paisaje muta y los pinos, cada vez más escasos, son más pequeños y ya no forman bosques. Ahora se pueden encontrar arbustos que tapizan el suelo, como brecina y enebros rastreros. Mis piernas no están cansadas y no me faltan hidratos de carbono, pero mi sempiterno enemigo, la congestión nasal ¿por la alergia?, consigue dejarme sin el oxígeno necesario y comienzo a sentir molestias en la cabeza. Estoy un poco grogui y decido tumbarme a la sombra de un pino. Anuncio mi renuncia de terminar la ruta tal y como estaba prevista y mi decisión es tomada con respeto. Una retirada a tiempo es una victoria y no estimo oportuno forzar la máquina para lamentarlo después. Es una pena ya que me falta poco más de un kilómetro y unos 100 metros de desnivel para llegar a la cota máxima, pero bueno no me importa mucho ya que he visitado la zona más elevada en varias ocasiones.

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  Descanso unos 10-15 minutos y como un bollo con chocolate, pego unos tragos del isostar que llevo en la mochila de hidratación y cuando ya me dispongo a iniciar el descenso llegan a mi altura unos senderistas que me dan el mensaje de mis compañeros de que mejor no siga porque la pista está en muy mal estado y va a suponer un gran desgaste de energía. Así que inicio el descenso por el mismo camino por el que hemos subido hasta volver a Playa Pita…¡que poco cuesta bajar y cuantísimo cuesta subir!, si bien bajar tampoco es una perita en dulce ya que la dura pendiente hace que la bici se embale y hay que frenar con frecuencia, a tal punto que los discos de los frenos se calientan a tope y huele un poco a quemado.

  Mis “apañeros” comen algo en el entorno del nacimiento del Duero y después se ven obligados a portar la bici a mano siguiendo unas sendas que conducen a una pista que sube desde Duruelo de la Sierra. Una vez retoman la marcha sobre la bici comienzan un trepidante descenso paralelo más o menos al curso de un joven Duero. Tras llegar a Duruelo, rematan la ruta por carretera, pasan por Covaleda, de nuevo por Molinos y ya llegan a Playa Pita. Algunos se dan un baño y luego ¡¡¡A COMERRRRRRRRRRRR!!! El esfuerzo deja los cuerpos maltrechos e incluso se van las ganas de comer, pero se sacan fuerzas de flaqueza y poco a poco vamos dando buena cuenta del gazpacho, el bacalao a la riojana, melón, sandía, pasteles, café, aguardiente digestivo, etc, etc…

  Nos hemos puesto como el “tenazas” y nos cuesta movernos. Algunos se acercan a la orilla a tomar el sol o un pequeño baño. Otros nos aposentamos como los yayos en una silla o en el suelo para hacer la digestión como esos grandes reptiles que comen una vez a la semana. A la mañana siguiente en la fábrica se ven caras de agotamiento y algunos confiesan tener las piernas muy cansadas, pero todos nos preguntamos: ¿dónde y cuando la próxima?

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