domingo, 20 de mayo de 2012

Liga Nacional en Mortanchinos

   Tras dos días cartografiando por encargo en la comarca de Pinares me siento bastante saturado por el sube-y-baja y la lucha por dibujar con precisión un montón de elementos rocosos bajo un tupido dosel de copas arbóreas sustentadas por largos troncos de corteza gris o anaranjada. ¿Qué se puede hacer para desconectar de “escribir” un plano? Pues, por ejemplo, leerlo. Los escritores dicen que para ser escritor hay que leer mucho, los cocineros, a su vez, han de probar y disfrutar muchos platos e ingredientes y los aspirantes a cartógrafos de orientación tienen que leer (en competición a ser posible) muchos planos. Es el único modo de aprender, comparar, conocer, mejorar, compartir, etc..

   Tal vez debido a la mal llamada crisis el tráfico en las carreteras y autovías está muy mermado, lo cual, sea cual sea su motivo, es de agradecer. Yo estaba hecho a la idea de que el viaje no iba a ser largo, pero a falta de 90 kilómetros ya empiezo a estar cansado. ¿Cuando llegamos?, ¿cuando llegamos?…

   Pues llegamos al suelo duro en Villamalea y recogemos los dorsales de los participantes de nuestro club, así como unos novedosos obsequios: Unos plantones de pino para repoblar los bosques. También nos regalaron una botella de vino blanco producido en la comarca. Nuestros compañeros y amigos de otros clubes van llegando de aquí y allá. Edu, Luis y yo nos vamos al hotel reservado en Casas Ibáñez, que resulta estar “petado” de gentes de la orientación. Una masa de cálido aire procedente del Norte de África nos trae altas temperaturas de día y de noche, así que tras un sofocante periodo vespertino, desayunamos y nos dirigimos a la zona de carrera, cerca de El Herrumblar (Cuenca).

   La zona de carrera tiene muy buena pinta, con todos los servicios cercanos y bien distribuidos, así como la zona de aparcamiento. Nos ponemos junto a la autocaravana de Nico y su familia, estratégicamente colocada a la sombra de un gran pino que también alberga el último control de la prueba, así que estamos estupendamente colocados para disfrutar como espectadores de la última parte de la carrera.

   La mañana va alcanzando temperaturas más y más altas a medida que va transcurriendo. Yo salgo a las once y media más o menos y el calor es sofocante. Sin embargo tengo muchas ganas de ponerme a prueba en este terreno, que resultó duro y exigente. Las condiciones meteorológicas exigen no fallar mucho, sino seguramente rondarán la mente las ganas de abandonar. Voy comenzando la prueba y resulta que el tramo 1 – 2 presenta una interesante elección de ruta. Yo elijo una bastante directa que enlaza tramos de caminos y sendas facilitando el desplazamiento, sin embargo la concentración ha de ser máxima. Voy haciendo los controles sin grandes fallos, apenas segundos, y llego a la parte más baja en el lecho de un barranco. Al tener que volver a subir, de camino a un puesto de avituallamiento, acuso el esfuerzo y el sofoco me hacen ser prudente y reservar las energías, así que tras echar unos tragos de agua, algún interruptor se activa en mi cabeza y decido hacer el resto de la carrera más tranquilo.

Larga Mortanchinos

  El tramo 8 –9 queda condicionado por el paso por otro avituallamiento, haciendo una elección de ruta que seguramente no era la mejor pero el hecho de poder refrescarme me hacer ser esquivo a otras alternativas. A punto de salir del bosque a los últimos controles, sitos en una zona de viñedos y frutales, casi cometo el mayor error de toda la carrera buscando el control 11, aunque finalmente no lo hice tan mal.

  El paso del bosque a la zona cultivada es susceptible de provocar errores pero yo enfoco el cambio dispuesto a hacer bien los últimos controles. Sin embargo el penúltimo control casi se me resiste un poco ¡Qué ganas de terminar! ¡Venga, que ya queda poco! Llego a la meta y es hora de recuperar. Botellín de agua, vaso de bebida isotónica, barrita de cereales y puré de fruta… buena organización. Yo lo complemento con medio litro de bebida de recuperación.

  El calor hizo estragos y el porcentaje de abandonos ha sido mayor que en otras carreras. Probablemente, si yo hubiera perdido bastante tiempo en algún control también hubiera abandonado, pero no fue el caso afortunadamente. Por la tarde, tras ducha y descanso, nos reunimos un nutrido grupo de castellanos y leoneses para visitar la población de Alcalá del Júcar y su entorno. Allí visitamos la Cueva del Diablo, una curiosa cavidad artificial que su responsable ha llenado de cachivaches y aperos variados. No se parece en absoluto a las minas de sal cercanas a Cracovia, pero aquella interesante visita vuelve a mi mente.

   El domingo se disputa la carrera en distancia media. Todos salimos más pronto, de todos modos parece que no hace tanto calor como el día anterior. Me entretengo charlando y tengo que cambiarme con prisa. No me importa, vuelvo a estar activo y motivado, con ganas, si bien las ganas se me quitan un poco en la presalida, ya que finalmente me ha sobrado bastante tiempo. Empiezo la carrera un tanto acelerado y ya la cago en la primera, un tópico. Me caen un par de minutos y sigo con ganas. Voy uniendo balizas con pocos segundos perdidos y en los controles finales ya me falla la cabeza. En los últimos tramos ando algo espeso, aun sin fallar, pero ya acabando de camino al 15 me caen otros dos minutos por ver gente, relajarme, el cansancio,…, no sé.

Mortanchinos media   Voy siguiendo una evolución positiva, con buen nivel técnico y físicamente en un momento prometedor. Esta prueba ha venido a confirmar últimos progresos y ganas de mejorar. Desgraciada o afortunadamente los dos siguientes fines de semana me toca trabajar y eso significa perderme competiciones interesantes. Es tiempo de continuar entrenando lo que pueda para encarar las carreras de junio con más recursos y solvencia.

¡¡¡HAY QUE ENTRENARRRRRRRRRRRR!!!

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