martes, 26 de julio de 2011

ORIENTACIÓN EN LITUANIA

 

  Tras la aventura finlandesa del Jukola, el grupo original de siete miembros va perdiendo efectivos, así Edu, César y Carlos regresan victoriosos a España tras haber vivido una experiencia única dentro de lo que es la orientación y haber contribuido a que nuestro equipo se alzase con un más que honroso puesto teniendo en cuenta que no contábamos con experiencia ni en esa competición ni en ese tipo de terreno.

   El resto del grupo, Toño, Ángel, Luis y yo continuamos viaje hacia el Sur. Nuestro destino: Palanga, en la costa de Lituania.

   Tomamos el ferry que cruza el mar Báltico, de Helsinki a Tallin, capital de Estonia. Se trata de un pezado de barco de la compañía Viking Line al que se podría denominar el “barco del alcohol”, ¿por qué? Porque dicho servicio de ferry es utilizado, entre otros, por decenas de finlandeses que compran, bien en el mismo barco o bien en Tallin, ingentes cantidades de cerveza, sidra, vodka, etc., etc. ya que les cuesta mucho más barato que en su país. Podían verse grupos de muchachos que de camino a Tallin sólo portaban un carrito como los que que se usan para llevar maletas u otros bultos sin ruedas y que a la vuelta habían llenado con varias cajas de latas de cerveza sobre todo.

  El ferry estaba montado en su interior con todo lujo de detalles teniendo en cuenta que la travesía duraba poco más de dos horas: salón de baile, pub con karaoke, supermercado petado con perfumes, alcohol de todo tipo, etc., salón para los críos, sala con video juegos, restaurante buffet, etc... La ruta comienza saliendo de Helsinki y pasa muy cerca de las islas de Suommenlina, que antiguamente conformaban un espacio fortificado que cerraba el acceso a la ciudad de Helsinki con el objeto de detener las invasiones por mar de los rusos, etc...

  De camino hacia Palanga, pasamos fugazmente por las capitales de Estonia y Letonia, que nos pillaban de camino. Desde la terminal del ferry fuimos al albergue reservado en Tallin. De camino se cruzan unos descampados y se pasa cerca de varios puestos ambulantes en los que se puede ver todo tipo de mercancías enfocadas a los turistas. El albergue de Tallin está muy chulo, lo malo es que por la noche no pegué ojo ya que junto a nuestra ventana había un garito del que, llegada cierta hora, empezó a salir gente que se puso a vocear. En Tallin recogimos el coche alquilado que nos llevaría por carretera hasta el final de las vacaciones. Esta ciudad conserva buena parte de su muralla, calles de enormes y desgastados guijarros, rincones medievales…recuerdo que tomamos una cerveza en un restaurante cerca de la plaza mayor que explotaba la antigüedad del edificio en el que se encontraba ambientando la decoración, la indumentaria de las camareras, etc.. a la vieja usanza de la edad media; incluso los servicios mantenían ese espíritu de una forma muy curiosa y original.

  El albergue de Riga, capital de Letonia, también estaba bien, pero era otro ambiente. Nada más entrar estaba el salón, en el que había gente de todo lugar y condición. Este albergue parecía muy nuevo y estaba muy limpio, además de situado en una zona de Riga muy concurrida, cerca de una estación, un centro comercial, etc... Las calles céntricas de Riga bullían de vida nocturna, a pesar de que los horarios de cierre de la hostelería son más limitados que los de España; de todos modos se montaban grandes terrazas en ciertas plazas que permanecían abiertas hasta bien entrada la corta noche. Esta ciudad tiene un montón de rincones pintorescos con parques, jardines y zonas monumentales de interés que merece la pena conocer.

  Llega la hora de partir hacia Palanga, población costera de marcado carácter turístico. Paramos de camino para estirar las piernas y, como pasamos cerca del mar, aprovechamos para echar un vistazo. La playa es estrecha y de arena fina, pero el agua tiene un color muy oscuro y hay una barrera de algas cerca de la orilla. Espero que las playas de Palanga estén más limpias.

  El gps nos lleva certeramente a la recepción de la carrera internacional anual más importante de Lituania, la TAKAS. Nos dicen que hemos llegado pronto, que se abrirá la recepción en una hora, así que aprovechamos el tiempo para buscar un alojamiento, tarea que me fue encomendada y que no pude cumplir desde España, a pesar de enviar un montón de correos electrónicos. La solución parecía fácil: plantarse en la oficina de turismo y que nos facilitaran un listado de direcciones o que incluso llamaran por nosotros a algún alojamiento. Así fue finalmente y nos enviaron a un pequeño hotel muy nuevo y decorado con fotografías de, creemos, escritores lituanos. Nuestra idea inicial era alojarnos en una cabaña o un apartamento para estar más a nuestro aire, pero al final la alternativa no estuvo mal.

  Palanga tiene una calle principal y céntrica que va siguiendo parcialmente el trazado de un río muy “domesticado” en su tramo final. Esta calle está llena de restaurantes, bares, puestos variados, tiendas, etc., etc… y es transitada por turistas casi a todas horas. En nuestra estancia comimos y cenamos en varios restaurantes de esta calle y uno de los que más me gustó era uno que se llama “de Cuba”, si bien al principio no nos llamó demasiado la atención. Era uno de los mejor decorados, con mucha clientela y una carta muy rica y variada. Cubanos/as no vimos ninguno. También cenamos un par de veces en uno que tenía dentro discoteca, o algo parecido, pero el ambiente nos resultaba extraño y no invitaba a entrar.

  Comenzamos la competición muy cerca de Klaipeda, ciudad también costera pero mucho mayor que Palanga. Como la carrera era por la tarde aprovechamos la mañana para visitar la parte histórica de la ciudad y comer algo. Luego nos fuimos a la carrera, que esperábamos con curiosidad, ¿qué tipo de terreno nos encontraríamos? ¿habría dunas? ¿estaría limpio el bosque o tendría mucha maleza o pantanos? Yo salía el último y ya en las primeras dos balizas perdí mogollón de minutos ¿porqué? Pues porque el mapa representaba muchos ejemplos de micro-relieve y los elementos a los que estaban asociados estos dos primeros controles eran de un tamaño ridículo. Para buscar algo tienes que saber qué vas a encontrar y en este caso los elementos representados tenían unas dimensiones no representativas, pero bueno. El track se me cortó en el 15º control porque se me acabó la batería del Garmin. El resto de la carrera fue bastante fluida pero no libre de errores totalmente, así que acabé con una sensación chunga.

                                                                       Klaipeda

  El segundo día la prueba consistía en un sprint a disputar en Palanga y alrededores. Decidí no vendarme los tobillos y no me fue mal. El trazado discurría inicialmente con tramos muy cortitos en una zona de dunas paralela a la línea de costa y posteriormente se adentraba entre las calles, parques y bosquetes de la trama urbana. Yo salí mal de un control en la zona de dunas, cometí un error paralelo y perdí varios minutos en una baliza que no tenía dificultad. Posteriormente no cometí grandes errores. Yo hice un tiempo de 37 minutos y me pareció una eternidad para un sprint, yo creo que se les fue la mano, más que un sprint era una corta. No acabé muy contento con esta carrera. Dos carreras, dos decepciones. Y me enchufé un par de sidras de pera para celebrarlo. Junto a nuestra mesa había un grupo de orientadores del club Troll de Bélgica ; la edad de los mismos estaría en torno a los cincuenta y muchos y, al verlos alguien comentó que así seríamos nosotros dentro de unos años. Mi sensación interna resultó confusa.

  Como ese día acabamos pronto, nos fuimos por la tarde a visitar la península alargada que hay de frente a Klaipeda, desde donde tomamos un ferry. Esta península, otrora muy militarizada ya que la comparten Rusia y Lituania, fue escenario de importantes competiciones de orientación. En la parte lituana se ha instituido un parque nacional y la zona está protegida. Tomamos la carretera que discurre longitudinalmente a lo largo de la península hasta llegar a Nida, una localidad turística muy chula y que está llena de gente porque se acerca la festividad de San Juan y, al parecer, van a celebrar algo así como un encuentro de pueblos bálticos. Hay grupos vestidos con trajes tradicionales, un escenario para actuaciones musicales, puestos de productos artesanos, etc… Nos damos un paseo junto al mar hasta que llegamos a un centro deportivo en el que compramos un plano de orientación para bici de montaña adaptado desde un plano a pie, con el mismo seguimos caminando hacia un monolito que se ve en la cúspide de una zona de dunas. El monolito resulta ser un monumento orientado de modo que marca los distintos acontecimientos estelares; hay un calendario lunar formado con escalones y la sombra del monolito marca los solsticios y equinoccios a lo largo del año. Desde este punto se puede ver al Suroeste una gran extensión de dunas, un poco más allá está la frontera con Rusia. Regresamos a Nida entre los bosques y decidimos dirigirnos a la frontera rusa a ver si nos dejan pasar. Tras una hora de controles y protocolos fronterizos nos dicen que no pasamos, que no tenemos visado. ¡¡¡Todo para tomarnos un vodka en Rusia!!!

                            Palangasprint053                             Nidaobm054          

Obelisco   

  El tercer día corríamos al Sur de Palanga, entre la vieja carretera que lleva a Klaipeda y el mar. Se trataba de un bosque arenoso y estrecho al que un montón de cambios de dirección gracias a la pinza electrónica le daban algún sentido. Mi carrera iba bien, sin grandes fallos, hasta que al poco de dejar el 13º control el tobillo izquierdo se me retuerce totalmente. Caigo al suelo dolorido, gritando y blasfemando. A pesar de que cualquiera se podía dar cuenta de que había sufrido una lesión importante, ningún corredor de los que pasaban por la zona, que era muy despejada y con visibilidad, me preguntó si necesitaba ayuda. ¡¡¡Bien por los lituanos, esta os la guardo cabrones!!! Arrieritos somos…

  El terreno tenía un aspecto tan arenoso y, por tanto, poco peligroso para los tobillos que decidí no vendarme o correr con las zapatillas de tobillera articulada. Me di cuenta con gran dolor de que me había confiado y equivocado. Si bien no chingué las vacaciones totalmente, lo que sí era seguro es que ya podía olvidarme de competir en lo sucesivo hasta que pasaran varias semanas. Hielo, pie en alto, pomada antiinflamatoria…Por idiota confiado. A pesar de todo terminé la carrera al trote para que la articulación siguiera caliente y aplicar el tratamiento adecuado posteriormente.

  El cuarto día de carrera sólo salí para coger el plano y nada más, una pena no poder acabar todas las carreras de esta prueba, pero bueno. En las imágenes inferiores se puede ver el track del 3º día y la parte de la carrera del 4º día que discurría por el jardín botánico de Palanga, un espacio en el que se podían ver varios monumentos y también el museo del ámbar.

                        Takas3052                                Botánico055

  Terminada la competición nos desplazamos a Kaunas, importante ciudad lituana famosa por su equipo de baloncesto, y por otras cosas. Este lugar parece muy tranquilo y no se ve mucha actividad turística ni vida nocturna. Dedicamos una jornada a visitar Trakai y Vilnius. Trakai es un parque nacional por su entorno natural y porque es un importante enclave histórico. La parte más visitada son las orillas de un lago que contiene una isla en la que se haya un castillo muy restaurado; en él se puede visitar un museo de objetos antiguos. Buena parte de la razón de ser de Lituania como nación reside entre estos parajes. Vilnius es la capital del país y lo demuestra con su monumentos. También parece una ciudad tranquila.

            DSC00584                     DSC00585

  Y llega la hora del retorno a España para Ángel y Toño, quienes toman un avión desde el pequeño aeropuerto de Kaunas. A partir de ahora sólo Luis y yo quedamos en los países bálticos, por delante nos resta una semana en la que ir viajando hacia el Norte hasta volver a Helsinki, primera etapa: Kaunas-Riga; sí, volvemos a la capital de Letonia, pero de camino hay muchas cosas que ver, como por ejemplo la ciudad de Siauliai en la que paramos para comer y hacer una visitilla. Echamos un vistazo por fuera a la catedral, vemos un parque un tanto extraño con una gran columna rematada con una estatua dorada y visitamos la estatua de un enorme zorro hecho con trozos de metal que está junto a un lago. Más tarde sentados en una terraza comemos y contemplamos otro tipo de monumentos, que en estos países son muy numerosos. Y antes de cruzar la frontera con Letonia nos dirigimos a visitar la colina de las cruces, un lugar que da un poco de yuyu con un mogollón de cruces de todos los tamaños y hechas con variados materiales (metal o madera sobre todo) que ocupaban originalmente una pequeña colina pero que ahora ya se van esparciendo controladamente por los alrededores.

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