martes, 15 de agosto de 2023

TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD NARCISISTA. GENERALIDADES

  No todas las personas que exhiben ciertas conductas narcisistas padecen, y hacen padecer, un TPN. Algunas personas han podido tener contacto frecuente con algún TPN y han aprendido a reproducir ciertos comportamientos en determinadas circunstancias. Como ya se mencionó en la primera entrada al respecto, para que existan indicios veraces de encontrarse ante un TPN han de darse al menos cinco conductas habituales de un total de nueve posibles.

  El origen de dicho trastorno parece estar a lo largo del desarrollo del individuo en algún momento de su niñez. Pensemos en un niño que haya sido enviado por sus padres a un internado con una corta edad, por ejemplo. Es posible que ese niño crezca pensando que sus padres no le quieren y que le han enviado a que le eduquen entre extraños porque no deseaban tenerle cerca. O esos niños cuyos padres les ha impartido una educación muy estricta y gustaban de imponer severos castigos. O, simplemente, esos niños que se han tenido que quedar solos a una corta edad o al cuidado de algún familiar porque sus padres trabajaban y cuando llegaban a casa no pasaban tiempo con ellos por estar muy cansados o por tener que enfocarse en otras tareas. ¿Qué le pasa por su mente inmadura a un niño que anhela el cariño de sus padres y no lo recibe? Hoy en día se sabe que los niños sometidos al abandono y las niñas sometidas a malos tratos físicos tienen un desarrollo físico del encéfalo diferente al de otros niños y niñas que, afortunadamente, no se han visto sometidos a un alto nivel de estrés continuo. Sin llegar a estos casos más extremos, la falta de cariño de los padres tal vez no condicione el desarrollo del sistema nervioso de niñas y niños, pero sí parece ser un factor lo suficientemente importante como para alterar el desarrollo de su personalidad.

  Por expresarlo de un modo crudo, los TPN están vacíos por dentro; vacíos de autoestima, de amor propio. Sienten que les faltó el apoyo de sus padres y, en cierta medida, parecen culpar al resto del mundo por ello. Como si de un mecanismo de defensa se tratara, van creando a su alrededor un sistema de defensa como si fuera un caparazón. En el interior de dicho caparazón hay un gran vacío lleno de "ego". El ego de los TPN es grande como un globo aerostático, pero lleno de aire y su cabeza está llena de ideas de grandeza, de sueños en los que consigue grandes éxitos y ser el centro de atención. En el polo opuesto encontraríamos a personas con un ego pequeño pero con un gran peso específico, como una bola de acero; y una mente que mira al mundo y a sí mismo tal como es, sin fantasías absurdas, con un punto de vista realista.

  Los TPN, a menudo, sienten una gran necesidad de controlar a todo y todos a su alrededor. Por ello suelen desplegar una gran capacidad de manipulación. Aunque en apariencia inteligentes, sí es cierto que piensan mucho pero su astucia no es puesta al servicio de los demás sino que sus objetivos siempre son egoístas. Engreídos, arrogantes, prepotentes y soberbios, para ellos las relaciones humanas no son más que un juego en los que poner a prueba sus habilidades de influencia, condicionamiento y coacción, ya que ven a los demás como personas tontas y simplonas, que mantienen un "buenismo", una empatía, un respeto y una consideración por los demás que a ellos incluso les ofende. Y, cuando se ven expuestos, justifican su forma de ser afirmando que son como todo el mundo, pero ellos no son tan falsos y cínicos como para negar su naturaleza. Es decir, como reza el refrán: "Piensa el ladrón que todos son de su condición".

  Podría llegarse a concluir que los TPN son fáciles de encontrar en puestos con altas responsabilidades y poder como, jefes diversos, miembros de las FSA, políticos, etc.; sin embargo, como afirma Piñuel, podemos encontrar TPN e incluso psicópatas narcisistas en cualquier entorno, sin importar la profesión que desarrollen. Una pregunta importante sería: ¿Favorece nuestra sociedad y cultura el narcisismo? Pues en mi opinión y en la de otros psicólogos, la respuesta es que sí. Según parece, a las élites que dirigen el sistema les interesa que cada vez haya más narcisistas. Les interesa que haya más personas fácilmente manipulables, y es que, los TPN son manipuladores pero también fácilmente manipulables. ¿Cómo? De un modo muy sencillo. Los cumplidos, las lisonjas, los comentarios que vengan a hinchar su ego suenan a música celestial en los oídos de los narcisistas; por eso, quien sepa administrar, con cautela y periódicamente, una buena ración de palabras amables a un narcisista, le tendrá bailando en la palma de la mano.

  ¿Curación?, ¿recuperación? Pues no. Estamos hablando de una quimera, una utopía prácticamente. Los narcisistas no van a someterse voluntariamente a una terapia porque, en su mente trastornada, son los demás quienes necesitarían tal terapia. Los "locos" son los demás, comportándose como niños buenecitos, con toda su inteligencia emocional y esas zarandajas; empeñando sus vidas en conseguir estados emocionales cercanos a la felicidad, persiguiendo eso que llaman amor. En fin, los narcisistas se sienten orgullosos de ser cómo son; son felices jugando y controlando a los demás a través de su mayor debilidad, sus emociones. El miedo, la culpa, la vergüenza, la alegría, la tristeza. Observan a sus presas, estudian sus debilidades y cuando las perciben lo bastante vulnerables las hipnotizan con su capacidad de manipulación. ¿Las presas más apetecibles? Los PAS o Personas Altamente Sensibles. ¿Lo qué más odian? Ser expuestos, recibir críticas y que se les diga que NO. Cuando se juntan dos narcisistas, ¿entran en conflicto? No es lo habitual, se reconocen entre sí y mantienen las distancias, pero también pueden establecer una relación de cooperación en la que se "rascan la espalda" mutuamente.

  Consejo final: Si se tiene la mala suerte de encontrase con algún narcisista en la vida, lo mejor es poner distancia y tiempo de por medio. Y si no es posible, porque es un jefe o un familiar, mucha paciencia y aprender a tratar con él o ella a no ser que su nivel de toxicidad haga imposible la convivencia.

domingo, 13 de agosto de 2023

TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD NARCISISTA EN EL DEPORTE

 Siempre se ha dicho que el deporte es una escuela de valores. Y es cierto. Y si hay un valor transversal, común a todos los deportes, ese es, al menos desde de mi punto de vista, el respeto. Esto queda muy bien decirlo, pero a menudo las personas no entienden muy bien en qué consiste el respeto, en qué conductas se concreta. Para algunas personas, ser respetuoso se limita a no recurrir a la violencia para dirimir algún conflicto o no insultar a otras personas. Evidentemente dichas conductas entran dentro de lo que se considera tratar a los demás con respeto, pero el concepto va más allá y se traduce en otros comportamientos como: No manipular a los demás, no utilizar a los demás para conseguir objetivos personales, empatizar y contemplar como potencialmente válidos otros puntos de vista, ... Además, el respeto no sólo ha de ejercerse hacia otras personas, también ha de manifestarse hacia nosotros mismos, hacia las normas que rigen la práctica de los distintos deportes, etc..

  Como puede concluirse a través de los comportamientos habituales del narcisista, es cuestión de tiempo que una persona que padece un TPN genere situaciones de conflicto en el entorno del deporte, situaciones en las que se den distintas faltas de respeto. Si una persona narcisista no acepta las críticas como deportista, entrenador, directivo, etc., surgirá el conflicto; si una persona narcisista se aprovecha de los demás para conseguir sus propios fines, surgirá el conflicto; si se cree mejor que los demás; si no tiene empatía; si se cree merecedor de ciertos privilegios por ser quien es, si hace trampas para obtener un mejor resultado, etc., se producen faltas de respeto y, en consecuencia, situaciones de conflicto. Y aún peor que se produzcan dichas faltas de respeto es que otras personas las perdonen, las justifiquen, las pasen por alto, no quieran verlas, no quieran censurarlas ni aplicarlas una sanción. De este modo, el narcisista se hace fuerte, se incrementa y refuerza la idea de que es especial, grandioso, hecho de otra pasta, y que los demás le temen y no se atreven a corregirle.

  Algunos comportamientos habituales en personas que sufren un TPN dependiendo de su rol en el mundo del deporte pueden ser:

- Como deportistas, actúan como si con ellos "se hubiera roto el molde", es decir, son los mejores y punto, tanto cuando ganan como cuando pierden ya que seguramente habrá sido por cualquier motivo ajeno a ellos (el árbitro, las condiciones del campo, el rival ha hecho trampas, algún fallo del material, alguna molestia o lesión fingida, etc..). Exageran sus éxitos y callan sus fracasos. No respetan las normas; ellos están por encima de las normas que sí se aplican a los demás. No hacen caso a sus entrenadores, van por libre porque ellos saben más que nadie. Utilizan a otras personas en su provecho y critican a compañeros que hayan conseguido mejores marcas, más triunfos, ser convocados, etc.. Por una parte creen suscitar la envidia de otros pero lo cierto es que suelen ser ellos quienes envidian a los demás. No se ponen en el lugar de compañeros lesionados, o que no consiguen sus objetivos; al contrario, se alegran internamente del fracaso de los demás. Les gusta ser el centro de atención y buscan la admiración de otras personas.

- Como padres/madres de deportistas, los narcisistas se proyectan a través de la carrera deportiva de sus hijos/as y quieren que sean los mejores; y aunque no lo sean le dirán a todo el mundo que si los son. A través de sus hijos/as quieren ser vistos como padres modelo o incluso como entrenadores de estrellas del deporte. A menudo provocan el que sus hijos/as abandonen prematuramente la práctica deportiva porque les exigirán un sacrificio y disciplina a niveles que están por encima de la tolerancia de deportistas jóvenes. No les interesa tanto el que sus hijos/as disfruten con la práctica deportiva o que adquieran unos hábitos y valores saludables como que ganen siempre, sean triunfadores y puedan compartir sus éxitos con ellos. Los padres narcisistas no dudarán en utilizar a sus propios hijos para ganar prestigio, llamar la atención, presumir ante propios y extraños, y en arrogarse ser quien hace que su hijo/a obtenga éxitos. Con los fracasos la cosa cambia: ¿Lesión? Culpa del chaval, o del entrenador, o del fisio; ¿ha perdido? Otra vez, culpa del hijo, de su entrenador, etc..

- Como entrenadores/as, tratarán a sus deportistas sin respeto. Se aprovecharán de sus éxitos para aumentar su propio prestigio y llevarán a sus deportistas hasta los límites del agotamiento si es necesario para que aumente su participación y sus posibilidades de éxito sin importar el que los deportistas puedan quemarse. Las carreras deportivas pueden ser cortas; nunca se sabe cuándo puede producirse una lesión, por eso, algunos entrenadores/as sin escrúpulos no dudarán en dirigir de forma autocrática la carrera de sus deportistas, si es que creen que están en un buen momento de forma, para "exprimirles" al máximo antes que la edad o las lesiones les saquen de la élite de un deporte determinado. Los entrenadores narcisistas quieren suscitar la admiración de los demás y aquellos/as a quienes entrenan no son más que los "tontos útiles" que han de poner su sacrificio al servicio del prestigio y los éxitos del entrenador. Una vez más, se observa la falta de empatía, las ideas de grandiosidad, éxito y prestigio, el utilizar a los demás para la consecución de sus propios objetivos, etc..

- Como directivos y gestores de clubes, federaciones, etc., su comportamiento buscará no el bien de la entidad para la que trabaje sino su propio bien. Cuando ocupan un cargo con una mínima cuota de poder, una de sus primeras acciones es lograr que parezca que ellos son la entidad en la que son meros gestores. El club soy yo, la federación soy yo..., así consiguen creer y hacer creer que lo que es bueno para ellos es bueno para la entidad. Si se permiten meter la mano en la caja o beneficiarse de su cargo de cualquier manera, rápidamente lo justificarán asegurando que lo que él o ella hacen por la entidad no está pagado, que ahí está invirtiendo gran parte de su vida y que bien puede permitirse algún que otro capricho para compensar el equilibrio entre lo que hace y lo que obtiene. Los narcisistas afirmarán estar cansados de ocupar un cargo pero, qué curioso, no lo dejan hasta que perciben que sus abusos ya no son tolerados por una amplia mayoría de socios, jugadores, compañeros de directiva, etc.. Y es que, en realidad, disfrutan teniendo el control, pudiendo manipular, sintiéndose protagonistas de los éxitos de los deportistas, recibiendo atención, tal vez incluso elogios por su buena gestión.