domingo, 13 de agosto de 2023

TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD NARCISISTA EN EL DEPORTE

 Siempre se ha dicho que el deporte es una escuela de valores. Y es cierto. Y si hay un valor transversal, común a todos los deportes, ese es, al menos desde de mi punto de vista, el respeto. Esto queda muy bien decirlo, pero a menudo las personas no entienden muy bien en qué consiste el respeto, en qué conductas se concreta. Para algunas personas, ser respetuoso se limita a no recurrir a la violencia para dirimir algún conflicto o no insultar a otras personas. Evidentemente dichas conductas entran dentro de lo que se considera tratar a los demás con respeto, pero el concepto va más allá y se traduce en otros comportamientos como: No manipular a los demás, no utilizar a los demás para conseguir objetivos personales, empatizar y contemplar como potencialmente válidos otros puntos de vista, ... Además, el respeto no sólo ha de ejercerse hacia otras personas, también ha de manifestarse hacia nosotros mismos, hacia las normas que rigen la práctica de los distintos deportes, etc..

  Como puede concluirse a través de los comportamientos habituales del narcisista, es cuestión de tiempo que una persona que padece un TPN genere situaciones de conflicto en el entorno del deporte, situaciones en las que se den distintas faltas de respeto. Si una persona narcisista no acepta las críticas como deportista, entrenador, directivo, etc., surgirá el conflicto; si una persona narcisista se aprovecha de los demás para conseguir sus propios fines, surgirá el conflicto; si se cree mejor que los demás; si no tiene empatía; si se cree merecedor de ciertos privilegios por ser quien es, si hace trampas para obtener un mejor resultado, etc., se producen faltas de respeto y, en consecuencia, situaciones de conflicto. Y aún peor que se produzcan dichas faltas de respeto es que otras personas las perdonen, las justifiquen, las pasen por alto, no quieran verlas, no quieran censurarlas ni aplicarlas una sanción. De este modo, el narcisista se hace fuerte, se incrementa y refuerza la idea de que es especial, grandioso, hecho de otra pasta, y que los demás le temen y no se atreven a corregirle.

  Algunos comportamientos habituales en personas que sufren un TPN dependiendo de su rol en el mundo del deporte pueden ser:

- Como deportistas, actúan como si con ellos "se hubiera roto el molde", es decir, son los mejores y punto, tanto cuando ganan como cuando pierden ya que seguramente habrá sido por cualquier motivo ajeno a ellos (el árbitro, las condiciones del campo, el rival ha hecho trampas, algún fallo del material, alguna molestia o lesión fingida, etc..). Exageran sus éxitos y callan sus fracasos. No respetan las normas; ellos están por encima de las normas que sí se aplican a los demás. No hacen caso a sus entrenadores, van por libre porque ellos saben más que nadie. Utilizan a otras personas en su provecho y critican a compañeros que hayan conseguido mejores marcas, más triunfos, ser convocados, etc.. Por una parte creen suscitar la envidia de otros pero lo cierto es que suelen ser ellos quienes envidian a los demás. No se ponen en el lugar de compañeros lesionados, o que no consiguen sus objetivos; al contrario, se alegran internamente del fracaso de los demás. Les gusta ser el centro de atención y buscan la admiración de otras personas.

- Como padres/madres de deportistas, los narcisistas se proyectan a través de la carrera deportiva de sus hijos/as y quieren que sean los mejores; y aunque no lo sean le dirán a todo el mundo que si los son. A través de sus hijos/as quieren ser vistos como padres modelo o incluso como entrenadores de estrellas del deporte. A menudo provocan el que sus hijos/as abandonen prematuramente la práctica deportiva porque les exigirán un sacrificio y disciplina a niveles que están por encima de la tolerancia de deportistas jóvenes. No les interesa tanto el que sus hijos/as disfruten con la práctica deportiva o que adquieran unos hábitos y valores saludables como que ganen siempre, sean triunfadores y puedan compartir sus éxitos con ellos. Los padres narcisistas no dudarán en utilizar a sus propios hijos para ganar prestigio, llamar la atención, presumir ante propios y extraños, y en arrogarse ser quien hace que su hijo/a obtenga éxitos. Con los fracasos la cosa cambia: ¿Lesión? Culpa del chaval, o del entrenador, o del fisio; ¿ha perdido? Otra vez, culpa del hijo, de su entrenador, etc..

- Como entrenadores/as, tratarán a sus deportistas sin respeto. Se aprovecharán de sus éxitos para aumentar su propio prestigio y llevarán a sus deportistas hasta los límites del agotamiento si es necesario para que aumente su participación y sus posibilidades de éxito sin importar el que los deportistas puedan quemarse. Las carreras deportivas pueden ser cortas; nunca se sabe cuándo puede producirse una lesión, por eso, algunos entrenadores/as sin escrúpulos no dudarán en dirigir de forma autocrática la carrera de sus deportistas, si es que creen que están en un buen momento de forma, para "exprimirles" al máximo antes que la edad o las lesiones les saquen de la élite de un deporte determinado. Los entrenadores narcisistas quieren suscitar la admiración de los demás y aquellos/as a quienes entrenan no son más que los "tontos útiles" que han de poner su sacrificio al servicio del prestigio y los éxitos del entrenador. Una vez más, se observa la falta de empatía, las ideas de grandiosidad, éxito y prestigio, el utilizar a los demás para la consecución de sus propios objetivos, etc..

- Como directivos y gestores de clubes, federaciones, etc., su comportamiento buscará no el bien de la entidad para la que trabaje sino su propio bien. Cuando ocupan un cargo con una mínima cuota de poder, una de sus primeras acciones es lograr que parezca que ellos son la entidad en la que son meros gestores. El club soy yo, la federación soy yo..., así consiguen creer y hacer creer que lo que es bueno para ellos es bueno para la entidad. Si se permiten meter la mano en la caja o beneficiarse de su cargo de cualquier manera, rápidamente lo justificarán asegurando que lo que él o ella hacen por la entidad no está pagado, que ahí está invirtiendo gran parte de su vida y que bien puede permitirse algún que otro capricho para compensar el equilibrio entre lo que hace y lo que obtiene. Los narcisistas afirmarán estar cansados de ocupar un cargo pero, qué curioso, no lo dejan hasta que perciben que sus abusos ya no son tolerados por una amplia mayoría de socios, jugadores, compañeros de directiva, etc.. Y es que, en realidad, disfrutan teniendo el control, pudiendo manipular, sintiéndose protagonistas de los éxitos de los deportistas, recibiendo atención, tal vez incluso elogios por su buena gestión.

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