domingo, 29 de julio de 2012

Ascensión al Peña Redonda

   Varios personajes relacionados con la orientación en Castilla y León son convocados a realizar una jornada de montaña el domingo 15 de julio, sin embargo sólo tres valientes decidimos lanzarnos a la aventura. La cota a ascender es Peña Redonda, una ascensión sin complicaciones en la montaña palentina. La cima tiene 1.996 metros sobre el nivel del mar y en ella hay erigida una gran cruz metálica, así como el típico vértice geodésico y una pequeña capilla dedicada a la Virgen, si bien una estatuilla que hay en su interior ha sido profanada por decapitación.

   Yo tenía ganas de adentrarme un poco en esta zona y gracias a un buen conocedor de la misma como es Óscar Baciero tuve la oportunidad de catar una pizca de esta basta y hermosa región del Norte de Palencia. El otro montañero era Luis Benito, de mi club. Nos citamos en el parador nacional de Cervera de Pisuerga, que tiene una arquitectura parecida a los hoteles de montaña de Francia, Italia o Suiza. En principio me pareció que el destino era muy lejano para una excursión de un día, pero luego pensé que en varias ocasiones había recorrido distancias incluso mayores para asistir a una carrera de orientación, que dura menos, si bien es bastante más intensa y concentrada como actividad física.

   Desde la terraza del parador pudimos contemplar una bonita vista de nuestro objetivo y sus alrededores. Allí hicimos tiempo para tomarnos un café y luego nos desplazamos a la localidad de San Martín de Herreros (1.094 m.), desde donde comenzábamos la ascensión. Empezamos cruzando un río aun joven que tributaba al hermoso embalse de Cervera Ruesga y caminamos hacia el término de Fuente Colorada si bien la pendiente todavía no era importante y caminábamos por un camino ancho. Poco a poco el camino se iba estrechando y la vegetación se iba mostrando más frondosa, entre la cual abundaban los espinos albares, robles, hayas, servales, tilos, etc...Al tiempo llegamos a los prados de la Brañosera, donde encontramos varias personas y la pendiente ya se torna más exigente.

   Ya queda poco para rebasar la línea de los árboles y dudamos en qué rumbo tomar ya que las sendas se desdibujan y finalmente 07 Bambi no se muevedecidimos ir ascendiendo por una ladera hasta un collado fácil de identificar. En esta ladera caminamos a diversas alturas ya que cada uno se marca un ritmo de marcha y sigue distintas sendas difusas. De pronto en mitad de mi marcha aparece un cervatillo tumbado sobre el suelo, parece herido y, aunque respira, su aspecto tiene mala pinta ya que no parece nervioso ni hace el más mínimo movimiento de huida. Lo analizo someramente y no parece tener ninguna herida superficial, así que tras sacarle un par de fotos seguimos la marcha dejando que, para bien o para mal, la naturaleza siga su curso.

   Al poco llegamos al collado de Las Hoyas, donde aparecen varias depresiones hondas abiertas en el suelo calizo, y ya comenzamos la ascensión del tramo final, profuso en sendas de animales y zonas de lapiaz. Poco a poco nos desplazamos hacia el Sur y así encontramos la senda principal de ascensión, que sube desde el Sur por el barranco de Santa Eulalia y ya podemos ver el contraste entre los llanos de la meseta y los picos de la Sierra de la Peña y otros más al Norte, entre los que destacan las cumbres del Curavacas y el Espigüete.

  08 En la cumbre                                                  Reunidos en la cima saco unas fotos y buscamos un buen lugar para comer. Como es habitual, Óscar saca de la mochila una botella de cava con cuyo contenido brindamos y nos damos un homenaje…¡Este tío es la bomba!. Tras la comida iniciamos el descenso por la parte Oeste de Peña Redonda y poco a poco nos acercamos al borde de un gran hayedo por el cual continuamos bajando. El ambiente que se respira dentro de los densos hayedos es especial ¿qué voy a contar a los que ya hayan estado en Entzia, Urbasa o Aralar buscando balizas? La pendiente era fuerte y cargaba las piernas. Ya salimos a unos prados, la pendiente se suaviza y aparecen grupos de caballos y vacas.

   Continuamos la marcha hasta llegar de nuevo a San Martín de los Herreros donde nos lavamos y cambiamos antes de volver al parador donde, de nuevo en su gran terraza, comentamos la jornada y otros temas tomando una clara y contemplando el lento atardecer. Óscar nos cuenta sus aventuras pasadas junto al embalse de Ruesga y a Luis y a mi no nos queda otros remedio que reírnos a mandíbula batiente por las rocambolescas anécdotas. Dando por terminada la actividad cada mochuelo a su olivo. El descenso dejó su marca en mis cuádriceps que, dos días más tarde, todavía se resentían por el esfuerzo; sin embargo me gustaría volver allí.

   Esta vez si saque fotos: https://plus.google.com/photos/111930884965373808464/albums/5770655197905578289#photos/111930884965373808464/albums/5770655197905578289

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